. Hueso: Una sensación tal de reciedumbre de los trazos que parezca imposible quebrantarlos, y sin embargo carecen de rudeza.
. Carne: Una calidad de plenitud en los trazos que no implique, con todo, complacencia o grosor excesivo.
. Músculo: El aspecto de un trazo que se aúna con el siguiente mediante ligámenes invisibles, y a un tiempo relaciona una letra con otra.
. Sangre: Una textura plena de la tinta, que no se parecerá ni al agua ni al lodo.
La configuración de sus trazos posee algo de la calidad orgánica de la propia naturaleza. Durante los últimos tres mil años ha habido cuatro grandes estilos definidos de escrituras:
. Grafía sigilada: Cabe considerarla en cierta manera como fundida, curvilínea y de poca variación en la espesura de la línea. Utilizada desde la escritura de los Huesos Oraculares hasta la del estilo oficial del Pequeño sello adoptado por la dinastía Qin.
. Grafía de pincel normal: Se compone de una repertorio de tipos de trazados a pincel, cada uno de los cuales se conserva su individualidad. Incluye desde la grafía oficial, usada primero extraoficialmente bajo los Qin y luego oficialmente bajo los Han, hasta la del estilo uniforme, que constituye el fundamento de la grafía impresa actual.
. Grafía corriente: Versión cursiva de la anterior, pero menos ceñida, en que los trazos se entremezclan.
. Grafía césped: Trazo apresurado, taquigráfico, cuya grafía acusadamente abreviada es ininteligible para el que no este impuesto en ella. Posee un característico sesgo elegante, libre y ágil.
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